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Todo pasa para ti

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María Ramentol García

Cuánto tiempo ha pasado desde las últimas palabras, así que quizás hoy el texto te resulte más largo de lo habitual, pero después de tantos meses sin escribir quería compartir contigo una vivencia muy especial. 
Te comparto que he necesitado poner en orden muchos aspectos de mi vida en este periodo y que no me resulta fácil hoy explicarte esto, pero ahí voy!!

Aterricé en España este verano acompañada de mi familia, después de vivir en Irlanda durante unos años de grandes experiencias y aprendizajes.
Un traslado, no siempre resulta fácil, conlleva muchos cambios y aunque éstos son siempre necesarios para crecer, a veces suponen ciertas dosis de dolor.
El camino no resultó ser muy llano y aquello que se suele decir de que “las piedras en el camino nos curten” afirmo lo cierto que es.

Este verano he podido recoger unas cuantas piedras, que ahora con el tiempo las considero “diamantes preciosos”. De hecho los diamantes se cultivan en la extrema presión. Así es cómo me he sentido en estos últimos meses, con gran presión y mucho peso sobre mi, una desagradable sensación de estar en una constante montaña rusa emocional.

Como mujer y madre, pueden resultar duras muchas experiencias en la vida, pero siento que las que más nos “tocan” son aquellas que tienen que ver con los hijos. Sin entrar en mucho detalle, en estos últimos meses mi familia y yo hemos vivido una situación compleja y muy dura con una de mis hijas.
Tiempo atrás hubiera dicho una batalla o una guerra, hoy me identifico más con un camino de aprendizaje. Cuando la vida golpea fuerte, afloran a la superficie infinidad de emociones y sensaciones tales como la incomprensión, el enfado, la impotencia, la frustración y la clásica pregunta ¿por qué?.

Todo ello me llevó a mucho sufrimiento, a noches de mucho miedo, de no dormir y llanto de impotencia. Hoy, el camino de aprendizaje sigue su curso, pero yo ya no camino de la misma forma y mi mochila después de romperse y resquebrajarse de tantas maneras se vació y eso me permitió caminar más ligera de equipaje, con una nueva mirada, con una nueva perspectiva y una nueva manera de vivir.

Siempre he pensado que las cosas suceden para ti, nunca en tu contra. Cuando nos damos el permiso a vivir desde la aceptación y la “rendición” todo cambia, y así es como yo me siento ahora. El sufrimiento quedó atrás, el dolor sigue, pero ¿acaso hay vida sin dolor?.

De niña me quedó marcada una frase de una persona, que ahora no hay día que no recuerde, me dijo: ¿Has visto María alguna vez una rosa sin espinas?. La vida es bella como lo son las rosas, pero también contienen espinas y éstas son también necesarias, forman parte de la experiencia aquí en la Tierra.
Hoy entiendo, que cada espina, cada pérdida y cada lágrima forman un nuevo ser en mi, más auténtico, más humano, más real.
Hoy comprendo mejor que son los tiempos difíciles que nos ayudan a crecer profundamente y que aunque muchas veces el dolor es muy intenso, éste también es necesario para una transformación.
Hoy, por paradójico que parezca, doy gracias a estos casi cinco meses porque a través del enfado estoy aprendiendo a perdonarme y perdonar, a través de conocer las diferentes facetas del miedo a darme el permiso a que éstas puedan tejer en mí una mayor confianza y a través de la impaciencia que todavía a menudo asoma a la puerta me enseña que no existe la oscuridad eterna y que siempre sale el sol.

Hoy, mi hija sigue haciendo su camino, con una evolución positiva y aunque el proceso sigue siendo duro, por raro que suene lo vivo en paz, con serenidad y con aceptación porqué así lo he decidido y ello me permite seguir disfrutando de lo bello que es vivir.
Y porque como dice uno de mis grandes maestros “Son tus decisiones y no tus condiciones lo que determinan tu futuro”

Espero de todo corazón, que este pequeño texto pueda acariciar tu alma y te ayude  a que si tú también pasas por un proceso de oscuridad, recuerdes que cada día sale el sol, que todo pasa para ti y que viniste a la tierra a vivir, a experimentar y a saborear las diferentes fragancias de la vida.

Y antes de despedirme, permíteme regalarte una pregunta, ¿qué decisiones llevas tiempo posponiendo y te anclan en el sufrimiento?
Quizás, solo quizás, hoy es un buen día para tomar una nueva decisión. Quizás decidas perdonar a  alguien que te hirió profundamente, quizás decidas decir adiós al enfado y dar la bienvenida a la alegría, quizás tu decisión es amarte por encima de todo o quizás tu decisión es reconciliarte con tu pareja, con tus hijos o con un viejo amigo, no lo sé, pero seguro que alguna decisión guardada en el cajón necesita ser revisada, ¿te animas?

Me encantará leer tu historia y mientras tanto te mando un cálido abrazo.

¡Feliz fin de semana amiga!

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